Es muy fácil incurrir en algunos errores al escribir una novela. Y es que si bien es un proceso apasionante, también está lleno de trampas que pueden hacer que las cosas se descarrilen. Cuando eso ocurre, la historia se debilita y los hilos que la unen suelen quedar expuestos. Terrible, ¿cierto?
Por supuesto, no todos los errores tienen la misma relevancia. Algunos son técnicos, otros vienen de la inseguridad o de la falta de planificación; pero todos tienen algo en común: pueden hacer que una novela se vuelva aburrida, confusa o, peor aún, imposible de terminar.
Este es el primero de una serie de tres artículos en los que vamos a explorar aquellos errores comunes que cometen los escritores principiantes… y a veces, también los experimentados.
He dividido la serie en tres grupos:
- Errores que debilitan, pero no destruyen la novela.
- Errores que generan problemas serios en la historia.
- Errores letales que pueden aniquilar una novela.
Lo importante no es evitarlos a toda costa, sino aprender a identificarlos y corregirlos para que la historia gane solidez y profundidad. Veamos cuáles son y, lo más importante, cómo solucionarlos.
Errores al escribir que debilitan, pero no destruyen la novela
No pienses que todos los errores al escribir una novela la condenan al fracaso absoluto. Algunos simplemente la debilitan, restándole impacto, ritmo o profundidad.
Hablaremos aquí de esos fallos que pueden hacer que la lectura se vuelva tediosa, que los personajes parezcan planos o que la trama no logre enganchar del todo.
Afortunadamente, estos errores no significan el fin de tu historia y mucho menos de tu carrera como escritora: con ajustes y revisiones bien dirigidas, es posible fortalecer tu obra y darle a la narración la intensidad y ritmo que merece.
Veamos algunos de los más comunes y cómo corregirlos antes de que afecten demasiado tu novela.
# 1 Descripciones que no aportan nada
Las descripciones deben enriquecer la narración, no interrumpirla. Uno de los errores más comunes entre escritores principiantes es incluir largos fragmentos descriptivos que no cumplen ninguna función narrativa.
En mis mentorías, es frecuente encontrarme con paisajes minuciosamente detallados; caracterizaciones al detalle de la ropa de un personaje; inventarios exhaustivos de la decoración de una habitación… El punto es que si estos elementos no inciden en la historia o si no brindan información de valor al lector, pueden hacer que la lectura se vuelva tediosa.
Veámoslo con un ejemplo: Madame Bovary de Gustave Flaubert (1821-1880):
El narrador describe minuciosamente la gorra que usaba el futuro esposo de la protagonista cuando llega por primera vez al colegio en Rouen: una mezcla de estilos y materiales con visera de cuero, copa redonda y un pompón en la parte superior.
En definitiva, la gorra termina siendo mucho más que eso: evidencia la torpeza y falta de distinción de Charles, factores que anticipan su rol como un personaje anodino en la novela. Los otros niños se burlan de él, y la gorra se convierte en un símbolo del ridículo y de su falta de encanto.
¿Te das cuenta de cómo una descripción detallada puede tener todo el sentido o, por el contrario, debilitar la trama? No se trata de eliminar por completo las descripciones, sino de integrarlas de manera orgánica en la acción.
Por otra parte, en la literatura contemporánea, el ritmo es clave. Una página entera dedicada a detallar una habitación no tiene el mismo impacto que mostrar ese espacio a través de la interacción del personaje con su entorno.
¿Cómo solucionar este error?
Entre los errores al escribir que debilitan la novela, este es de los más fáciles de corregir. Debes saber que cada descripción debe estar al servicio de la historia. Para asegurarte de esto, puedes hacerte las siguientes preguntas:
- ¿Esta imagen o esta descripción construye atmósfera?
- ¿Este detalle afecta la historia?
- ¿Refleja el estado emocional de un personaje?
- ¿Brinda datos relevantes acerca de la condición social o la psicología del personaje?
- ¿Define una ideología?
- ¿Aporta un elemento simbólico?
Si las respuestas son negativas, probablemente puedas prescindir de esas líneas. En lugar de describirlo todo de golpe, deja que los detalles emerjan de manera natural en el desarrollo de la escena.
Aprende a confiar en la imaginación del lector: a veces, una pincelada oportuna dice más que un cuadro entero.
# 2 Exceso de información: el infodumping que ahoga la narración
El término infodumping permite explicar lo que ocurre cuando el autor sobrecarga el texto con información innecesaria o explicaciones extensas que ralentizan la narración.
Generalmente lo encontramos en las novelas de fantasía y en la ciencia ficción, donde los escritores quieren explicar en detalle el mundo que han creado. También es frecuente en la novela histórica, cuando el contexto se impone sobre el desarrollo de los acontecimientos.
Un ejemplo clásico lo encontramos en Los hijos de Húrin de J.R.R. Tolkien, una obra ciertamente densa. Considera estos dos elementos:
- Su prosa es más arcaica que la de El Señor de los Anillos, lo que puede dificultar la lectura.
- La extensa genealogía y la cantidad de nombres pueden resultar abrumadoras.
Muchos autores consideran que esto es parte del estilo épico de Tolkien, inspirado en las sagas nórdicas. Otros consideran que este nivel de detalle sacrifica la fluidez narrativa en favor de la construcción del mundo; para ellos, se trata de una barrera para la inmersión emocional del lector.
Podemos afirmar entonces que se trata de una cuestión de estilo y no necesariamente un error del autor. Ahora bien, en autores contemporáneos, un exceso de información sin justificación puede cansar o perturbar al lector.
¿Cómo evitar cometerlo? (Es de los errores al escribir más frecuentes)
A lo largo de una historia, es necesario (e inevitable) proporcionar datos al lector: el trasfondo de los personajes o el funcionamiento del mundo en el que se desenvuelven, por ejemplo. Sin embargo, lo que diferencia una narración efectiva de un infodumping que frena la lectura es cómo y cuándo se ofrece esa información.
Para lograr una exposición fluida, te recomiendo considerar algunos puntos clave:
- Relevancia: ¿es realmente necesaria esta explicación para que la historia se comprenda?
- Pertinencia: ¿está relacionada con lo que sucede en la escena o con lo que ocurrirá más adelante?
- Oportunidad: ¿se entrega en el momento justo, sin adelantarse ni retrasarse demasiado?
- Integración: ¿se diluye de manera natural en la acción, el diálogo o la ambientación?
- Concisión: ¿satura al lector con datos innecesarios?
La clave está en dosificar la información sin que el lector sienta que se le está dando una lección. En lugar de explicar todo de golpe, es preferible integrar los datos de forma orgánica en diálogos, acciones o pensamientos de los personajes. Recuerda: la información debe servir a la historia, no interrumpirla.
# 3 Edición prematura: cuando corregir demasiado pronto asesina la escritura
Pocas cosas matan más rápido una historia que el afán de perfección en el primer borrador. Editar mientras se escribe es como podar un árbol antes de que eche raíces: solo se consigue debilitarlo.
Entre los errores al escribir más comunes de los escritores noveles se cuenta esa obsesión por lograr la frase perfecta. Pero ten cuidado: esto puede hacer que tu novela quede atrapada en el limbo de los comienzos eternos. Y allí quedarías también tú, puliendo la primera página una y otra vez… Créeme. Correrías el riesgo de morir de tedio.
Bien lo ha dicho Gabriella Campbell: «No edites mientras escribes. La escritura y la edición/corrección son dos procesos diferentes que utilizan zonas diferentes del cerebro. Hacer ambas cosas a la vez te paralizará y te impedirá avanzar».
Corregir prematuramente se cuenta entre los errores al escribir que son producto de la inseguridad: la creencia de que si una página no es impecable desde el inicio, no vale la pena continuar.
La clave está en entender que el primer borrador no es el libro: es la materia prima con la que se va a trabajar. Nadie puede dudar de que Juan Gabriel Vásquez es un autor meticuloso, y ha comentado en entrevistas que sus primeras versiones distan mucho del resultado final.
Entonces: corregir es necesario, sí, pero en su momento adecuado.
¿Qué hacer para no cometer este error?
Si te descubres corrigiendo más de lo que avanzas, deja de torturar cada oración y sigue adelante. Permite que la historia fluya sin interrupciones; luego, dedica una segunda pasada a revisar la coherencia y estructura; y únicamente después, entra en los detalles del estilo.
Si te cuesta resistir la tentación de corregir, prueba técnicas como escribir usando una fuente que te resulte incómoda de leer o cambiar de herramienta digital para evitar la edición inmediata. Recuerda: un primer borrador nunca es perfecto, ¡pero necesita existir antes de poder ser mejorado!
# 4 Narrador errático: saltos de punto de vista que confunden
Elegir un narrador es como fijar la cámara en una película: define qué vemos, desde dónde y con qué intención.
Sin embargo, puede pasar que la narración cambie de perspectiva sin control, pasando de la mente de un personaje a otro en la misma escena o incluso en el mismo párrafo. Si esto ocurre, el lector puede perderse en un laberinto de pensamientos desconectados.
Esto se conoce como head hopping: un error técnico en el que el punto de vista cambia sin transición clara, haciendo que la historia parezca desordenada o caótica. Ya no es posible para el lector acompañar de manera consistente a un personaje; se ve obligado a saltar de cabeza en cabeza sin aviso, perdiendo así el hilo narrativo y la conexión emocional con el texto.
Ahora bien, en la literatura contemporánea, los cambios de punto de vista pueden ser un recurso narrativo legítimo si se emplean con intención y control.
Novelistas como William Faulkner en El ruido y la furia o Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros han utilizado múltiples perspectivas para enriquecer la experiencia del lector; este recurso aporta profundidad psicológica y una visión caleidoscópica de la historia.
El problema surge cuando estos cambios no obedecen a una lógica interna clara y, en lugar de ampliar el significado de la narración, generan confusión. El head hopping rompe la inmersión del lector y socava la coherencia narrativa.
No es lo mismo cambiar de punto de vista de manera estructurada, con capítulos o secciones delimitadas, que hacerlo arbitrariamente dentro de un mismo párrafo.
¿Cómo resolver este error al escribir?
La buena noticia es que este problema no es de los más graves errores al escribir y sí tiene solución. En la fase de revisión, identifica los momentos en que el punto de vista cambia abruptamente y decide si es necesario mantenerlo o si debe ajustarse para mayor claridad.
Una estrategia útil es establecer reglas para tu narrador desde el inicio: ¿será en primera persona o tercera? ¿Limitado o omnisciente? Mantener la coherencia es clave para que el lector no sienta que la historia salta de mente en mente sin rumbo fijo.
Y es que la diferencia entre recurso y error radica en la intencionalidad y en la capacidad del escritor para guiar al lector sin perderlo en el proceso. Un cambio de perspectiva bien manejado añade riqueza; uno descontrolado, en cambio, debilita la historia.
Todos cometemos errores al escribir, y todos podemos hacerlo mejor
Escribir un libro implica entender el proceso como una serie de etapas diferenciadas:
- Planificación.
- Escritura sin autocensura
- Edición y perfeccionamiento.
Aceptar que vas a cometer errores desde el inicio te permitirá llegar más lejos, sin quedarte atrapada en bloqueos autoimpuestos.
Y si has identificado alguno de estos errores en tu escritura, no te preocupes: reconocerlos es el primer paso para corregirlos. La clave está en avanzar con confianza, aprendiendo a distinguir cuándo es momento de escribir sin freno y cuándo afinar cada detalle.
Y si quieres conocer acerca de otros errores comunes al escribir una novela, no te pierdas el siguiente artículo de esta serie. ¡Haz clic aquí!
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